En un lugar rodeado de agua y lleno de vegetación, había un pequeño pueblo de casas blancas coronado por un molino de color rojo. Sin que nadie comprendiera el porque, ese molino era mágico.
De esta forma el molinero vivía alegremente sin trabajar y tenia todo lo que quería sin el menor esfuerzo. El molino tenia dos muelas de piedra que tenían el poder de hacer aparecer cualquier cosa que el molinero pidiera. El solamente tenia que pronunciar las palabras mágicas.
Un día le dijo a su molino:
- Muele molino, muele, y haz aparecer... 100 monedas de oro, que yo lo pueda ver.-
Y el molino en el momento le proporciono 100 mondas relucientes de oro.
Otro día le dijo:
- Muele molino muele y haz aparecer... 50 mazorcas de maíz.-
Y el molino le proporciono 50 mazorcas de maíz que luego repartió con sus vecinos.
Pero sus vecinos le tenia envidia y trataban de averiguar el secreto de aquel molino aunque el molinero lo callaba con mucha prudencia.
- Si ese molino perteneciera al pueblo todos seriamos ricos.-
- Deberíamos de echar al molinero y apropiarnos del molino.-
- Pero no podemos, el molino es suyo- Comentaban los envidiosos vecinos.-
Pero cierto día, cuando el sol estaba en el punto mas alto, unos piratas llegaron a la isla en su barco. Pronto oyeron hablar de los poderes del molino, y el capitán de los piratas se oculto tras la puerta del molino y espero hasta que escucho al molinero pronunciar las palabras mágicas.
- Muele molino muele y haz aparecer... 10 cántaros de agua, que yo lo pueda ver. -
Temiendo ser descubierto huyo de allí lo mas rápido que pudo.
Al llegar la noche volvió al molino con varios de sus hombres y robaron las muelas y se las llevaron a su barco.
A la mañana siguiente, cuando los piratas abandonaron la costa, comenzaron a preparar su comida, aunque se dieron cuenta de que no les quedaba nada en la bodega.
Entonces el capitán de los piratas, que había aprendido las palabras mágicas, dijo:
- Muele, molino, muele y haz aparecer... sal, que yo lo pueda ver, jajajaja.-
Y al momento las piedras comenzaron a moler y la sal comenzó a caer sobre la cubierta del barco.
- Ya está bien, molino, ya no quiero mas sal.- Gritó el capitán pirata. Pero las piedras seguían moliendo.
Pero recordó que al salir corriendo para no ser descubierto, no había escuchado al molinero pronunciar las palabras mágicas para detener el molino así que las piedras seguían llenado el barco de sal. Intentó pararlas de todas las formas que le vinieron a la cabeza:
- Deja de moler molino, ¡para ya, molino!, deja de moler sal.-
Aunque fue inútil las piedras continuaron muele que muele hasta que el barco se inundó de sal y comenzó a hundirse por el peso yendo a parar al fondo del mar. Los piratas pudieron volver nadando pero las piedras fueron arrastradas por las corrientes marinas y continuaron moliendo.
Y como nadie sabe donde están y solo el molinero conoce las palabras mágicas, todavía hoy siguen en alguna parte del fondo del mar, moliendo sal sin parar.
FIN
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